puede compararse con la alta montaña o la alta mar, porque hace nacer en nosotros interrogantes y porque es diferente a todo aquello que conocemos. Ver la tierra como era antes del ser humano y como será después del ser humano, es una cosa poco habitual. Mucha, muchísima literatura ha generado y genera el desierto. ¿Y qué es lo que inspira tal literatura? En algunos casos, la fantasía de un lento paseo (Pierre Loti), en otros, la exploración de un mundo en vías de extinción y la pasión por sus gentes (Wilfred Thesiger), en el caso de Cristina Morató, el interés por recuperar del olvido a las grandes viajeras de África y Oriente. Otros reflejan con las letras el sentimiento de libertad que han experimentado tras viajar por los desiertos más grandes del planeta (Sergio Fernández Tolosa). A Thèodore Monod, investigador francés autor de las primeras líneas de esta presentación, la literatura le sirvió para explicar la dulce sensación de descubrir para la ciencia una pequeña flor – la Monodiella flexuosa – en el medio de las arenas del Sáhara y la amarga sensación de no volver a verla jamás tras más de cincuenta años de búsqueda.
Acudamos este año 2010 a la llamada de AMALUR. De la mano de la imaginación cerremos los ojos para llegar cuanto antes a cualquiera de los desiertos soñados. Entonces escucharemos sus voces y haremos nuestras las palabras de Nadia Tadzi,… el desierto no deja de hablar a quien sabe escucharlo.
